miércoles, 19 de noviembre de 2008

Violencia Familiar y de Género

La situación de violencia que en la actualidad está azotando a las sociedades del mundo, ha trascendiendo las esferas privadas, para convertirse en un flagelo que corroe la situación de tranquilidad y de paz de las diferentes instituciones sociales.

Así, la familia no escapa de esta realidad, la violencia en el entorno familiar es uno de los problemas más grande que confronta la sociedad, por tanto, hoy día, se está enfrentando uno de los retos mas difíciles, donde las respuestas no son fáciles y el abordaje mucho menos.

Toda esta situación va cambiando la imagen de seguridad que siempre se ha exhibido el hogar, en ellos se viven situaciones de violencia, que no es posible silenciar, las madres y padres se pelean, las niñas y los niños también y es, que esta forma de violencia se hace una cadena debido a que los hijos e hijas aprenden de sus padres/madres y del entorno. Escuchan y ven a diario, insultos, amenazas, venganzas, ignorancia, negación, todo esto forma parte del pan de cada día en las familias, sin importar la clase social, ni la raza o religión a que pertenezcan.

La violencia intrafamiliar y de género tiene que ver con el establecimiento que hace la cultura de la manera de ser hombre o mujer en nuestra sociedad. La cultura presenta dos modelos de comportamiento para cada uno de los sexos, esta realidad de alguna manera influye en las relaciones interpersonales, que la misma cultura la identifica como relaciones de poder.

Es de esa manera como la cultura a través de la sociedad y viceversa crea la masculinidad y la feminidad. Estas dos identidades se construyen socialmente a través de símbolos, normas, imágenes y actitudes que representan diferentes valores según se sea hombre o mujer.

El desarrollo de la masculinidad está basado en el valor del valor, o sea, lo que es válido, bueno, significativo, superior e importante, que además tiene la característica de autonomía, independencia, arrojo, desafíos y otros valores libertarios. Todas estas características que son identificados con la masculinidad corresponden socialmente a los varones.

Por otro parte, la construcción de la feminidad, se realiza de la misma manera como se construye la masculinidad, con la diferencia que los valores asumidos para definir estas características son todo lo contrario, es por ello, que lo que no tiene valor, lo que es secundario, lo que no tiene importancia, es débil, es adjudicado a la feminidad. El grupo social que la cultura ha asignado estas características es a las mujeres. A estas se las prepara a través del proceso de socialización (Familia, Escuela, Iglesia, etc.) para funcionar como seres débiles y dependientes tanto en lo económico como en lo psicológico. (Nolasco, 1995).

Este condicionamiento tiene efectos muy específico en las actitudes de las mujeres, quienes empiezan mirándose a si mismas como seres de segunda categoría, cuya función fundamental en la vida es el cuidado del hogar, de la familia y de otros y otras, cuya capacidad de sacrificio supera sus propias necesidades (Larrain, 1994). Es por ello que la sociedad le atribuyen a esta la responsabilidad social de garantizar el funcionamiento armónico del núcleo familiar y les sugieren que deben realizar sacrificios para lograrlo, si lo hace es premiada socialmente, se le califica de “buena madre, abnegada, sacrificada, cumple con su deber”.

En este sentido, se puede definir la violencia de género como cualquier acción o conducta, sustentada en la condición sexual, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito público como privado, en una relación de poder y dominación, condicionado por los patrones de género antes analizados, este tipo de violencia es casi siempre ejercido contra la mujer.

“El camino hacia la paz se construye a través de la igualdad”

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