lunes, 9 de febrero de 2009

“La Otra Parte de la Historia. Mujeres en la Guerra de Independencia” (5)

Josefa Antonia Pérez de la Paz (Chepita)

Madre de Juan Isidro Pérez, uno de los nueve Trinitarios, doña Chepita fue la primera “Comunicada” de La Trinitaria, organización política que se fundó en su casa de la calle Arzobispo Nouel el 16 de julio de 1838.

Al convocar a la primera reunión de “La Sociedad Secreta La Trinitaria”, los conspiradores pidieron á doña Chepita, quien vivía frente a la Iglesia del Carmen, prestar su casa para celebrar el encuentro. Era imperativo evitar llamar la atención de las autoridades haitianas, así que los Trinitarios decidieron aprovechar la festividad de la Virgen Del Carmen para reunirse ese día, aparentando que todos iban a la iglesia.

Doña Chepita consintió recibir en su casa al grupo de conspiradores rompiendo los esquemas tradicionales de la época al ignorar cualquier hábito religioso y aprovechan estratégicamente el bullicio de la festividad del Carmen para la fundación de “La trinitaria” y el juramento de sus nueve miembros. Mientras deliberaban, doña Chepita vigilaba la calle, convirtiéndose de esta manera en la primera de las que se llamaron “Comunicadas” de La Trinitaria.

Asumió todos los riesgos que implicaba esta colaboración con la primera organización política de la República Dominicana, con lo que aportó una valiosa cuota al proceso de la historia de nuestra Independencia.

Ana Valverde (1798-1864)

Nació en Santiago, en 1798. Miembra de una prominente y adinerada familia de Santiago de los Caballeros Destacada febrerista, ella y su familia se opusieron a la ocupación haitiana prestando notables servicios al movimiento independentista de 1844.

"Ana Valverde pasa a Santo Domingo y va a estar siempre comprometida con la causa, no sólo en el aporte económico sino en el trabajo militante, peligroso. Fabricó balas para la Independencia, aportó recursos económicos para la reparación y el fortalecimiento de los muros que reforzaron la ciudad, y por su inquebrantable adhesión al Padre de la Patria, fue expulsada del país "cuando la reacción antiduartista se adueñó de los destinos nacionales" cuando Pedro Santana tomó el poder.

Sus más caros sueños e ilusiones los consagró a la lucha por ver su suelo libre del invasor haitiano. Tal vez por eso murió soltera, a los sesenta y ocho años.
Inmediatamente después de la proclamación del 27 de febrero, como se esperaba un ataque haitiano, esta valiente mujer se dedicó a recabar fondos para reconstruir los muros de la ciudad de Santo Domingo.


Murió en Santo Domingo el 20 de noviembre de 1864.

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