martes, 7 de mayo de 2013

“Aporte de la Mujer a través de la Historia. Reconociendo su Participación”(9)

Florinda Soriano "Mamá Tingó"

Florinda Soriano, mejor conocida como Mamá Tingó, nació el 8 de noviembre de 1921, hija natural de Eusebia Soriano. Fue bautizada en la parroquia Espíritu Santo de la comunidad de Villa Mella.


Mamá Tingó, Ejemplo Dominicano que ha valorado la voluntad, mujer ejemplar que por sus actuaciones se debe y dar ejemplos.


Tendría como 5 años cuando murió su madre teniendo que ser criada por su abuela Nini Soriano junto a todos sus hermanos y hermanas en ese mismo lugar. Cuenta Evaristo Muñoz a sus 83 años que se criaron juntos; que era una niña llena de vivacidad y que sus juegos de chiquita eran con una rústica muñeca y haciendo cocinados con tierra en los montes además de unos conuquitos en los que sembraban lo mismo que los adultos, pero más dispersos, que luego eran desbaratados por los animales.


Negra como el azabache, ágil y vivaracha, siendo aún una niña iba con su abuelita y sus hermanos por las calles de la capital de Santo Domingo vendiendo unas petaquitas llenas de carbón que ella misma ayudaba a preparar llenándolas y colocándolas en las árganas de los animales, "cadbón, cadbón", voceaba con su voz infantil por calles y barrios de la Capital.


Después vendrían los días que se pasaba en la casa de su hermana mayor, Margarita Chalas, que se había casado con Florencio Muñoz y que estaban viviendo en Sabana Grande de Hato Viejo de Yamasá después de ser llevada allí por el tío Hilario Martínez que comenzó a trabajar temprano esas tierras sin dueño por las que tanto dolor y sangre se derramaría los días en que llegaría el amor, al conocer en unos de esos viajes a Felipe Muñoz con el que se casó quedándose a vivir en ese sitio, dedicándose a tener sus hijos, a sembrar la tierra, a vender carne "buena" en la capital y estillas de un palo conocido como Hojas Anchas que se usaban en las panaderías de la ciudad, llegando ella a juntar hasta tres camiones de millares de éstas que eran preparadas por la comunidad para sobrevivir.


Dicen que esposo Felipe, antes de morir asesinado en un lío de galleras (donde pelean los gallos), peleaba mucho con ella porque no se dedicaba exclusivamente a cuidar y criar sus hijos, sino que hasta se iba a los campos, amarraba a los niños principalmente al mayor conocido hoy por Domingo Tingó a una mata de plátano y se ponía a trabajar agricultura con su machete o con su mocha; al quedar viuda, teniendo Domingo apenas seis años, tuvo que hacerse más fuerte y trabajar más duro para criarlo sola, cosechando diversos productos que vendía además de bija, cajuiles y aguacates, y después que estos estaban bien grandes, organizando sus propias vidas se "casó otra vez" uniéndose al agricultor Jesús María de Paula.


Ajeno a la existencia de esa otra clase social que existe en este país, de esos otros dominicanos y dominicanas, un militar de la tiranía de Trujillo conocido como Pupo Román se había hecho dueño de esas tierras que eran cultivadas, desalojando a más de cuatro familias, tumbándoles las casas, pero sin alambrarlas y dejando con el tiempo a las gentes que vivían y trabajaban en ella, siendo "vendidas" luego a un señor llamado Virgilio Pérez el cual metió unas vacas que le dañaban los sembradíos a los agricultores y unos tractores, y una siembra de piña. Tenís recuerda a sus 91 años cuando hizo parar el tractor que rompía la tierra y le dijo de "pico a pico" (en su propia cara, directamente) antes de irse del lugar para evitar una desgracia: "yo tengo ahí 2 quintales de bija, cajuiles y café que trabaje y valen mucho para mí como pobre aunque para usted no valgan nada; usted puede hacer lo que le venga en gana pero es explotándonos a nosotros que está".


Aún así, los campesinos seguían viviendo allí y cultivándola como venían haciéndolo algunos desde hacía más de cincuenta años. Entonces apareció como "nuevo dueño" un señor llamado Pablo Díaz que las alambró, metió tractores en los conucos y se apoyó en un contingente de policías entre los que se encontraban conocidos personajes del terror oficial como un tal "Tipo-Tanque", que tenían a los agricultores en una constante zozobra, los cuales aunque se mantenían en los terrenos se vieron obligados a laborar casi a escondidas y arreció una lucha en la cual la tenacidad y la paciencia del hombre y la mujer que trabajan la tierra teniendo que rehacer lo hecho permanentemente.


Ese era el método y así comenzó la leyenda que hoy cobra increíblemente más fuerza y que se llamó entonces Doña Tingó para transformarse después de su muerte en mamá Tingó..., una leyenda de luchas acompañadas de décimas y cantares, algunos, verdaderos poemas campesinos al estilo heredado de la abuela África, y de grandes sacrificios, en la cual el eje central es la tierra y su posesión de parte de quienes la trabajan, su protagonista una masa que cada día es más grande y una dirigente excepcional que entonces andaba por los más de cincuenta años muriendo a los 60, que se perpetúa.


Dicen que lograron desalojar a unos cuantos, por dinero, pero que ella siempre se negó y que una vez que la cogieron presa a unos de los verdugos de la policía del gobierno que se mantenían engañando a los campesinos hablándole de reformas agrarias en complicidad con una parte de la falsa izquierda dominicana, se les ocurrió echarle gratey y pica pica que son cosas que producen alergias y picazones y que ella se quedó como si nada.


Que se mantenía trabajando con su mocha y su machete, pero que su voz se había hecho más sabia y de mucho peso en toda la comunidad que la escuchaba y respetaba comenzándose a entonar el cántico: "No me dejen sola, suban la vó/ Que la tierra e mucha y dá pa tó /En el campo entero se oye una vo/ Vive en hato Viejo, Doña Tingó/ Agarren la mocha y suban la Vó; que hay una junta de Sol a Sol". Y los campesinos se juntaban para ir a sembrar "protegidos" por la solidaridad a las tierras siendo víctimas de roturas de costillas, numerosos apresamientos y apartamento para que dejara la lucha, pero que ella le contestó que no, que ella prefería que la mataran porque si no seguían la lucha no iban a conseguir que sus hijos, cuando ella faltara, y la comunidad pudieran trabajar la tierra en paz, y que entonces siguió la "Lucha Grande", como fue llamada, hasta en los tribunales.


Fue un día primero de noviembre recordado por todos y todas, después de regresar del sitio de Monte Plata, cuando supo que Durín, uno de los hombres del terrateniente, le había desamarrado los puercos; cuentan que después de saberlo llegó a su casa, y se bañó y cambió de ropa antes de dirigirse a amarrarlos otra vez, pero cuando estaba en eso se le apareció Durín y le dijo amenazante que ella sabía que no podía amarrar sus puercos ahí, a lo que ella le contestó “que ahí era que tenía que amarrarlos porque ahí era que ella vivía”; que se sintió amenazada por el hombre con la escopeta, le brincó arriba y lo tumbó blandiendo entonces su machete y produciéndole con el canto de este, dos pequeñas heridas, una en la frente y otra en un dedo, y que estando en esa lucha apareció el marido el cual intentaba separarla del hombre, y que ella le decía que no la desapartara (apartara del otro) porque la iban a matar, pero que este insistió dándole la oportunidad a Durín de alejársele un poco, situación que aprovechó para prepararse y dispararle dos escopetazos desde una hondonada que acabaron con su vida.


Cuentan que fue entonces cuando las noches se llenaron de campesinos que cantando "A desalambrá, ahí, a desalambrá ahí"; tumbaron desde el río Guanuma hasta lo alto y de una vez, todos los postes de la cerca que al ser repuestos al otro día, fueron entonces cortados (picados de poste en poste) otra noche dando origen a la estrofa que dice: "A Pablo día le dijeron/Tumban los alambre tó/Dijo que venía pacá y el pecho se le apretó".


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