martes, 27 de enero de 2009

“La Otra Parte de la Historia. Mujeres en la Guerra de Independencia” (2)


Las Mujeres en la Guerra de Independencia:

La mujer dominicana, como cualquier otra en el mundo, ha ido conquistando un mundo que le era y, en cierta medida, le sigue siendo contrario. Lentamente ha comenzado a valer sus derechos y a demostrar que ella también tiene capacidad para el trabajo no tradicional y la lucha revolucionaria.

Es por esta razón que nos preguntamos, ¿Dónde estaban las mujeres durante la formación de la sociedad secreta la Trinitaria y mas adelante durante la guerra? ¿Qué hacían, oír, ver y callar? Recordemos que a lo largo de la historia han existido mujeres destacadas y este país no se ha quedado atrás, el hecho de que la sociedad a través de la historia solo quiera verla como esposa y madres que rezaban cuando los hombres partían a luchar, que alimentaban y curaban los heridos, que elaboraron la primera bandera, no quiere decir que este era su simple rol.

Se ha comprobado por medio de investigaciones que han sido mas bien testimonios orales, que antes y durante la guerra de independencia las mujeres, madres, esposas, hermanas y amigas, de los trinitarios, también lucharon con el mismo objetivo y de igual forma que los hombres.

Para esto presentaremos la biografía de varias de estas mujeres, en la cual se señala cual fue su verdadero rol:




La Presencia de las Mujeres en la Guerra de Independencia:

María Trinidad Sánchez: (1784-1845)

Fue la primera víctima del crimen político en la historia republicana, es la más elevada expresión del liderazgo femenino en su época.
Hija de Fernando Sánchez e Isidora Ramona, perteneció al grupo de Febreristas que lucharon por la Independencia Nacional. Junto a Concepción Bona, sus manos confeccionaron la primera bandera dominicana.
Desde la creación de la sociedad secreta La Trinitaria, se declara fiel seguidora del pensamiento y acción de Duarte, participó activamente en todo el proceso que culminó el 27 de febrero de 1844, momento decisivo en el que transportó pólvora en sus propias faldas y elaboró muchos de los cartuchos que utilizaron Los Trinitarios esa noche.

Después de la independencia, participó, junto a un grupo de febreristas en una conspiración para derrocar al General Pedro Santana (Presidente en esa época), así, se integró a los movimientos conspiradores que surgieron para derrocar a dicho general. Alojando en su casa a los contrarios del General Santana, organizó y orientó la conspiración del 1845.

Por otro lado, intentaba por todos los medios legales hacer que los defensores de la

Independencia que habían sido repatriados, pudieran volver al país y se integraran al movimiento conspirativo que tenía por plan un cambio de gobierno, dejando a Pedro Santana con plenos poderes para que éste ordenara el regreso de los patriotas, para luego derrocarlo.
Al descubrirse la insurrección, María Trinidad fue una de las primeras personas apresadas. Única conocedora del escondite de su sobrino, Francisco del Rosario Sánchez, a quien le llevaba las comunicaciones que le enviaban, jamás lo reveló. Junto a otros conspiradores fue juzgada por un Consejo de Guerra que les condenó al fusilamiento. El dictamen del Tribunal dice textualmente, que “fueron condenados como autores instrumentales de la conspiración considerados hasta el momento, y por haberse negado obstinadamente la primera (Maria Trinidad Sánchez) a confesar (es decir, a delatar) los principales”.
Estas palabras dejan ver la lealtad de carácter de esta mujer, ya que en los interrogatorios se le ofrecía a gracia de la vida si denunciaba a sus compañeros de conjura, pero esta heroica mujer prefirió callar y enfrentarse al pelotón de fusilamiento antes de traicionarlos.
El 27 de febrero de 1845, al cumplirse el primer aniversario de la fundación de la República, se ejecutó la sentencia y se dice que al pasar por la Puerta del Conde exclamó:
“Dios mío, cúmplase en mí tu voluntad y sálvese la República”.

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